Resumen
Desde tiempos inmemoriales, las plantas y los humanos coexistieron en una frágil tregua: los árboles, majestuosos guardianes de los bosques, como los pinos, las imponentes secuoyas y los robles, ofrecían sombra y frutos; las flores, con sus vibrantes colores y dulces aromas, como las rosas, los tulipanes y las margaritas, embellecían el mundo; y las hierbas, con sus propiedades curativas, aliviaban los males. Pero la ambición humana, insaciable y ciega, rompió este equilibrio. Deseosos de expandir sus dominios y explotar los recursos naturales sin límites, los humanos declararon la guerra a las plantas.
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