Universidad Veracruzana

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Las iguanas que salvaron al chagual

Las iguanas que salvaron al chagual

Profesor Eduardo Antonio Jaime Muñoz

Monte Patria, Chile.

¿Te gustaría conocer la historia de las iguanas que salvaron al chagual?

Hace muchísimo tiempo, en la quebrada El Pájaro, cerca del poblado de Chilecito, vivía un grupo de iguanas hermosas e inteligentes. Estos imponentes reptiles cuidaban con esmero una planta de chagual, pues la Puya chilensis les ofrecía protección contra las águilas que merodeaban el área.

El paisaje de la quebrada, rico en arbustos de baja altura, se llenaba del aroma de las flores de las ñipas y los arrayanes, atrayendo bandadas de mariposas que danzaban en grandes círculos. En este mismo lugar, se extendía un vasto arenal que servía de hogar a las iguanas, donde depositaban sus huevos y resistían los fríos inviernos.

Los claros de arena desnuda ponían en alerta a las iguanas ante posibles ataques de las águilas, aves rapaces que se mantenían al acecho. Al salir de sus cuevas para tomar el sol o buscar alimento, las iguanas debían ser cautelosas, asomarse, observar y correr rápidamente hacia el chagual, ubicado al borde del inmenso arenal.

La majestuosa planta terrestre se había convertido en el punto de encuentro tanto para las iguanas como para los lagartos del arenal. Estos animales, dotados de gran inteligencia, habían aprendido a camuflarse entre las hojas de los chaguales, desde donde vigilaban la llegada de insectos a la planta. El vibrante color café de su piel y el cuello naranja encendido realzaban la belleza de las iguanas, capturando la admiración de quienes las observaban pasar o reposar sobre las rocas. Niñas y niños solían desviar su camino solo para pasar junto a la planta y deleitarse con el espectáculo.

Las escasas lluvias que caían en la quebrada durante el invierno propiciaban la floración del chagual. Sus flores, con tépalos de un llamativo color azul verdoso y una textura cerosa azucarada, aportaban belleza al desierto florido. Las iguanas, que sentían un gran cariño por el chagual, acudían al río para llenar sus bocas de agua y transportarla hasta la planta cuando esta carecía de la humedad necesaria para sobrevivir.

El florecimiento del chagual era un evento esperado por todos los insectos, aves y mamíferos de la quebrada. Al florecer el arbusto, organizaban una gran fiesta en la que se congregaban alrededor de la flor para solicitar agua a la naturaleza, considerada un elemento sagrado en el reino animal. En este día especial, todas las criaturas interrumpían sus actividades cotidianas para rogar por la llegada de las lluvias.

Cuando las niñas y niños de los pueblos cercanos divisaban la flor del chagual, se acercaban en silencio para admirar la hermosa flor rodeada de iguanas. Con entusiasmo, se dirigían hacia la quebrada y, desde la cima de una colina, vestidos con colores neutros y armados con binoculares, observaban cautelosamente el espectáculo por breves momentos para no perturbar a las iguanas. Los pequeños registraban meticulosamente sus observaciones, maravillándose al ver cómo las iguanas se acercaban al chagual y ascendían por su tronco hasta llegar a la flor. Llenos de emoción, plasmaban sus impresiones en una libreta para luego compartir con sus familias la fascinante adaptabilidad de estos reptiles a los cambios de la tierra. Para los niños, era asombroso contemplar la inteligencia de las iguanas y su habilidad para alcanzar la flor y capturar insectos.

Los días transcurrían hasta que, inesperadamente, el sol se detuvo en el centro de la quebrada, dando paso a una sequía implacable. Las lluvias cesaron, y no cayó ni una sola gota de agua del cielo durante días, meses y años, causando gran preocupación entre las iguanas.

Los ríos se desecaron, transformándose en lechos de antiguos cauces donde solo quedaban lamas ásperas sobre las piedras y árboles despojados de vida en las orillas. El calor y las altas temperaturas dieron origen a incendios, mientras el agua escaseaba en aldeas y ciudades alrededor del mundo.

El sol, inmóvil en su posición, era testigo del creciente pánico y desesperación entre las iguanas, que sufrían por la falta de alimento. Al notar que su preciada planta de chagual se secaba, corrieron hacia el río más distante en busca de agua. Sin embargo, al llegar, descubrieron que estaba completamente seco, sumiendo a los pequeños seres en una profunda tristeza y angustia.

En ese momento crítico, las iguanas convocaron una gran reunión para salvar al chagual. Decidieron buscar a la madre de todas las iguanas, un ser mitológico con cabeza de iguana, alas de murciélago, cola de dragón y patas de ave. Todas se congregaron al pie del cerro más alto, implorando la aparición de esta figura materna. De repente, desde el corazón de la montaña, surgió una luz brillante que iluminó toda la quebrada, y entre esa luz emergió un ser extraordinario.

¡Era la madre de las iguanas! Ante su presencia, las iguanas, asombradas, inclinaron sus cabezas en señal de respeto. Al percatarse del sufrimiento de sus descendientes, el ser mitológico agitó sus alas y cola, dirigiéndolas hacia el sol. De inmediato, el astro reanudó su curso, mientras las nubes aparecían, cubriendo el cielo de la quebrada de El Pájaro y permitiendo que la lluvia revitalizara la planta de chagual.

Las iguanas rebosaban de alegría; el chagual, agradecido por la proeza de las iguanas, movió y sacudió sus hojas y ramas, desplegando una gigantesca flor ante ellas.

Finalmente, las iguanas, agotadas por sus fervientes súplicas, pero colmadas de emoción, pudieron nutrirse y deleitarse con el fruto de su noble acción: haber salvado al chagual, que resistió la gran sequía del mundo.

 

 

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Fecha: 30 marzo, 2024 Responsable: Dra. Gladis Yañez Garrido Contacto: gyanez@uv.mx